Es habitual oír decir a la gente que se siente sola. A pesar de tener una red social considerable con la que se puede contar, como por ejemplo una familia, pareja o amigos, aparece ese sentimiento de incomprensión y tristeza, relacionado con la soledad y encarándose a una realidad que no congrega con lo que se conoce como tal. ¿Por qué las personas se sienten así? ¿Cómo puede alguien sentirse solo a pesar de no estarlo?
La soledad puede considerarse un estado subjetivo: no se puede medir. Para la mayoría de gente es necesario incluir en su día a día actividades sociales: salir a correr con alguien, ir al gimnasio con compañeros, a tomar algo con los amigos…
Algunos se sienten mejor invirtiendo su tiempo libre de forma más independiente y otros ven su bienestar alterado si obvian las relaciones sociales, sintiéndose mejor cuando están en compañía.
La soledad, en teoría, es una respuesta ante una falta de interacción social y surge por un desajuste entre las demandas personales hacia el contexto y el nivel de interacción logrado. Las consecuencias ante este desajuste pueden interpretarse de diversas formas: positiva o negativamente. Esa interpretación en muchas ocasiones es subjetiva, midiendo el grado de soledad en función de nuestras expectativas y nuestros deseos.
En nuestra disciplina, la psicología, a lo largo de los años se ha ido estudiando el fenómeno de la soledad y algunos de los autores más significativos en este ámbito, como Weiss (1973) diferencian dos tipos de soledad: la soledad social y la soledad emocional.
Entendemos por soledad social una falta de afiliación con las personas, asociada al sentimiento de sentirse aislado y marginado, teniendo como consecuencia un sentimiento de vacío y aburrimiento. Se caracteriza por la falta de interacción con la gente y por el hecho de no poder contar con una red social real.
Por otra parte, encontramos la soledad emocional que es la más vigente en nuestro día a día. Se caracteriza por una ausencia de relaciones importantes, significativas. Aparece ante una falta de apego, de una base sólida y segura con la que relacionarse y compartir la vida. En este caso, no se trata de una falta de red social con quien compartir buenos momentos, es una percepción de soledad subjetiva. Es frecuente en personas que desean tener pareja o que buscan a alguien especial con quien compartir su vida. Personas que a pesar de tener amigos y apoyo social se sienten solos.
¿Podríamos decir que normal sentirse solo/a?
Todos y todas en ocasiones nos sentimos así, por lo tanto podemos decir que sentirse solo en algún momento es un sentimiento aceptable y común. Sin embargo, debemos tener en cuenta la frecuencia, intensidad y duración de ese sentimiento y pedir ayuda si la situación lo requiere. Cuando el hecho de sentirse solo produce malestar significativo e interfiere en nuestro bienestar diario es importante identificarlo y adoptar medidas para estar mejor.
Desde la psicología podemos ofrecer herramientas útiles para gestionar estos estados internos, para evaluar cada situación concreta y pautar estrategias y soluciones para disminuir los sentimientos que generan malestar. Cada caso es distinto, y según la situación personal se pondrán en marcha unos mecanismos de acción u otros. Existen muchas formas de interpretar y afrontar la soledad, siendo importante aprender a interpretarla y gestionarla de forma funcional.