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Cómo animar a un familiar o amigo a acudir al psicólogo

En muchas ocasiones las personas que acuden al psicólogo son los amigos, familiares o la pareja de alguien con problemas. Acuden con la intención de ayudar a la persona de la que se preocupan y una de las preguntas más comunes que nos hacemos: ¿Cómo consigo que venga al psicólogo si no quiere?

Ante esta pregunta siempre hay unos puntos claros comunes:

1- Obligar a alguien a ir al psicólogo no es bueno. La persona que viene obligada no se va a implicar en el tratamiento y puede incluso obstruirlo deliberadamente o estar a la defensiva. Además, acabará viendo negativamente la figura del psicólogo.

2- Obligar a alguien a venir va a empeorar la relación que nosotros tenemos con ellos y por lo tanto, dificultar todavía más la situación y producir un distanciamiento en la relación.

Entonces, ¿Cómo lo hago?

Lo ideal es proponerlo en el momento en que el malestar se hace evidente o genera interferencia en cualquiera de los ámbitos a los que afecta. Es mejor que lo haga alguien cercano y que se disponga de un lugar con privacidad. Habla con cariño y conecta con su sufrimiento, pero procura no culparle ni decirle “lo que tiene que hacer”. Una manera de sacar el tema es decirle que conocemos un caso similar al que le fue bien ir al psicólogo y preguntarle si él/ella lo había pensado alguna vez.

La idea es apoyarles y presentar la ayuda psicológica como una opción (entre otras). Es importante respetar el espacio y el tiempo que necesite el otro para pensárselo, podemos darle la información que tenemos para que él/ella decida si le interesa o no, es útil a veces verbalizar que no hace falta que nos contesten al momento y animarlos a preguntar cualquier duda. No es conveniente que acudir alpsicólogo sea un ultimátum o una condición, aunque es cierto que en muchos casos se llegaa ese extremo.

Una manera de motivar a la otra persona es intentar contestar las dudas o miedos que puedan tener. Aquí os mostramos los más frecuentes y cómo responder:

1- El coste económico de las sesiones. Para ayudar podemos ofrecernos a costear partede las sesiones (si la relación que tenemos se presta).Hay personas que se han beneficiado de ver la terapia como una inversión a largo plazo y de compararlo con otros gastos que pueda tener la persona (una cena, unos zapatos nuevos, etc.), es una manera de relativizar el coste en contraposición con el posible beneficio a obtener.Hay ocasiones en las que incluso nos puede salir más caro no ir al psicólogo o no solucionar el problema, porejemplo, si hay riesgo de perder el trabajo, de tener que invertir más en tratamientos médicos, en las consecuencias que implica unaruptura de pareja como tener que pagar un alquiler solo, etc. Al mencionar estas cosas debe hacerse con mucho cuidado, cerciorándonos de que no se interprete como una amenaza, una crítica o le desmotive.

2- Sentirse débil o avergonzado. Aquí podemos decirle que, igual que acudimos a un abogado para asesorarnos sobre problemas legales, podemos acudir a por consejo psicológico a un psicólogo. No hay motivo por el que avergonzarse, es más, es una señal de valentía y fortaleza. Saber que alguien conocido ha acudido les ayuda a sentirse menos avergonzados y a normalizar el la decisión. Podemos poner algún caso de ejemplo, y mejor todavía si es alguien cercano, al que admire y que haya mejorado con el tratamiento.

3- También es importante verbalizar que no pierde nada por probarlo, incluso puede acudir sólo a una sesión sin compromiso y si no le gusta no tiene que volver(si bien es útil, si se puede, intentar acudir 2-3 veces para que se pueda trabajar un poco y evaluar una mejoría). Si vemos que duda, podemos ofrecernos a ayudarle a buscar un psicólogo o a concertar la cita. Incluso podemos acompañarle en la primera sesión, y hay psicólogos que permiten al acompañante entrar si la persona así lo desea.

4- En ocasiones, la persona nos dirá que puede solo o sola y que no necesita ayuda.La idea no es decirles que no pueden, sino que el proceso de terapia puede ayudarles a que avancen aún más rápido y ahorrarse así un sufrimiento innecesario.

5- En ocasiones nos dirán que el psicólogo es para “locos”. El consejo aquí es enfatizar las muchas tareas del psicólogo que no tienen por qué ir asociadas a un trastorno psicopatológico, por ejemplo: rupturas de pareja, toma de decisiones vitales, acompañamiento al duelo, estrés laboral, insomnio, etc. De nuevo, si los ejemplos son de casos cercanos a los que se pueda preguntar directamente y que le cuenten su experiencia de primera mano, todavía mejor.

6- Otro punto importante es que debemos cerciorarnos de que la persona entiende la diferencia entre psiquiatra y psicólogoy que esto no sea un tema que dé pie a malentendidos.

7- A veces las personas desconocen el trabajo del psicólogo y muchos piensan quees ir a pagar a alguien para que “me escuche” y para eso ya están los amigos. La idea es verbalizar que el psicólogo hace mucho más, es un profesional sanitario que nos va a ofrecer técnicas y estrategias concretas que podremos aplicar a los problemas que tenemos y que están validadas y apoyadas en un marco teórico. Además, nos van a ofrecer una explicación global de la situación pudiendo incluir información sobre aspectos biológicos o fisiológicos, funcionamiento de la mente, patrones de conducta, etc.

Si con todo esto, la persona no se anima a probar, no debemos desanimarnos ya que acudiendo nosotros a sesiones podemos aprender estrategias para ayudarle en casa o manejar la situación de otra manera. También podemos aprender a manejar las emociones difíciles que aparecen ante la frustración de ver a un ser querido pasarlo mal. No es lo mismo, pero en ocasiones es una ayuda que también marca una diferencia.